Quería reservar un rato más o menos largo para hablar de una de mis mayores preocupaciones a la hora de venir a Camerún, más que nada porque desde que me empecé a plantear este viaje, todo el mundo me contaba sus experiencias con Lariam, Malarone y demás remedios para la malaria.
Una amiga me decía que a su hermana se le cayeron las uñas de las manos y de los pies, un compañero de clase me contaba que llegó a tener alucinaciones en el trabajo, me hablaban de irritabilidad, depresión, tendencias suicidas... Ya sabemos cómo somos, y al final todos tenemos un primo de un cuñado que tiene grabado a Ricky Martin saliendo del armario de una niña para encontrarse al Rey en moto, que viene de recoger en una curva a una niña que hacía autostop y contaba no sé qué de un accidente. De todo hacemos una bola de nieve.
Encima, como yo soy especialmente tonto, no me quedé con las primeras y excelentes explicaciones que me dieron en el centro de vacunación internacional. Así que, antes de seguir contando, quiero dejar bien claro que en España tenemos un CVI en cada capital de provincia y, en algunos casos, varios. A mí me atendieron principalmente en el de la calle Montesa de Madrid y en el departamento de enfermedades del viajero del Carlos III. En todo momento la atención fue muy buena, por lo que antes que nada recomiendo acudir a estos centros, ya que cada persona es un mundo y el tratamiento idóneo para mí puede no ser el adecuado en otros casos, y viceversa.
En estos centros te vacunan de todo lo necesario en función del viaje que vayas a realizar. El problema con la malaria es que no hay vacuna posible, tan sólo tratamiento preventivo que no protege al 100%. Para viajes cortos suelen recomendar el Malarone, pero esta opción no es la más adecuada para estancias largas como la mía. Así que te recetan Lariam. El problema llega en casa, cuando lees el prospecto y te asustas con los posibles efectos secundarios.
Tengo que reconocer que me acojoné bastante, y por eso fui a pedir una segunda opinión (tercera, contando la de la coordinadora médica de mi hospital). La charla con la doctora del Carlos III me tranquilizó muchísimo, y también la sugerencia que me hizo respecto al tratamiento. Y es que el Lariam se puede tomar durante periodos bastante largos, y los efectos secundarios, por adversos que sean, nunca te dejarán peor que la malaria.
Pero cuidado, estamos hablando de un fármaco muy peligroso en personas con antecedentes de depresión o que hayan tomado ansiolíticos en algún momento. En tal caso, lo más seguro es que te recomienden otro tratamiento. Y no olvidemos que requiere una contiunuidad, se empieza a tomar una semana antes de llegar al destino y se sigue con una dosis semanal durante toda la estancia, terminando con cuatro tomas más al regreso. En mi caso estamos hablando de un total de 45-48 dosis.
A pesar de todos los consejos de personal más que competente, repito que hablamos de tres personas cualificadas para opinar sobre el tema, seguía un tanto preocupado. La doctora del Carlos III me dijo; "mira, qué más te da tomarte 48 que 49 dosis. En vez de empezar una semana antes, empieza con quince días de margen. Así ves qué tal te sienta y nos da tiempo a cambiar de tratamiento si hiciera falta." Y ahí fue cuando empecé a quedarme mucho más tranquilo, cuando vi que si la cosa no iba bien, tendría varias alternativas.
Por supuesto, le hice caso, y hasta ahora no he sentido molestia alguna respecto al Lariam. Pero esto no quiere decir que ésta sea la mejor opción, sino que era la más indicada en mi caso. La que sí que es siempre la opción más adecuada es la de hacer caso a lo que te cuentan en los CVI, así como pedir una segunda opinión si lo consideramos oportuno.
Aparte de los tratamientos, existen muchas medidas preventivas para evitar las picaduras de mosquitos. Los repelentes me dejan la piel en carne viva, así que no los uso. Hay aplicaciones para el smartphone y otros aparatos que se supone que ahuyentan al anopheles mediante ultrasonidos, pero mi experiencia es que no funcionan.
¿Qué nos queda? Insecticida a raudales por la mañana al salir de la habitación, sobre todo en las paredes, que es donde duerme el anopheles. Existen repelentes para impregnar cortinas y mosquiteras, el del Decathlon la verdad es que a mí me está funcionando bastante bien, y también conviene llevar manga larga. Pero el repelente idóndeo lo inventaron los soldados británicos hace mucho tiempo.
La quinina funciona como repelente de mosquitos. El agua tónica tiene quinina. Y el gin & tonic tiene tónica. Más claro el agua (tónica). Eso sí, con los calores que se pasan por aquí, y la sudoración recomiendo tener mucho cuidadito con cuánta ginebra se le echa al combinado. ¡Haceos los copazos suavitos! ¡Moderación! Un cubata cargado a la española puede dejarte echo polvo. Mi mezcla ideal es media parte por cada cuatro de tónica. Avisados estáis...
¡Salud!
PD. Mañana me llevo la cámara al hospital, y empezaré a sacar fotos de la maternidad que esperamos inaugurar en marzo y del entorno de Kribi.
NOTA POSTERIOR: Lo de la quinina como repelente de mosquitos es falso. Lo que ocurre es que a veces se utiliza como tratamiento antipalúdico, aunque no es la opción más recomendada. Además, la tónica de hoy en día apenas lleva quinina, por lo que no ayuda lo más mínimo.
Total, que ahora me tomo los copazos porque me da la gana. He probado a mezclar con refresco de pomelo, y queda muchísimo más rico.
NOTA POSTERIOR: Lo de la quinina como repelente de mosquitos es falso. Lo que ocurre es que a veces se utiliza como tratamiento antipalúdico, aunque no es la opción más recomendada. Además, la tónica de hoy en día apenas lleva quinina, por lo que no ayuda lo más mínimo.
Total, que ahora me tomo los copazos porque me da la gana. He probado a mezclar con refresco de pomelo, y queda muchísimo más rico.