28 feb 2012

UNO MÁS...

El domingo, después de desayunar un café bastante insípido, me fui dando un paseo hasta la playa de Tara y los alrededores de Kribi. Lo más curioso de todo ese día fue que, aunque parezca extraño, no pasó absolutamente nada.

Uno se espera que en una población tan pequeña como Kribi, un blanco solo por la calle llame un poco la atención. Y puede que sea cierto, pero me daba la impresión de que yo era el único que se daba cuenta de que había un caucásico por ahí suelto. Mi experiencia en otros países africanos, como en Egipto, era muy distinta. Ahí te paran cada dos por tres para venderte algo, para ofrecerte su taxi o sólo para decirte el clásico y manido "Welcome to Cairo my friend!".

Aquí es muy distinto, pasan las moto-taxis y pitan para ver si quieres que te lleven, y si les dices que no siguen su camino con un cortés "Bonsoir". Los pescadores te ven pasar y, como mucho, les oyes un tímido "Salut".  ¿Estaba pasando desapercibido? Me sentí tan mimetizado en el entorno que llegué a dudar si llevaba todos estos años ignorando que soy negro. A lo mejor mis padres tenían algo que contarme pero no se atrevieron nunca. ¿Se basaron los hermanos Fesser en mi vida cuando escribieron "El milagro de P. Tinto"?

Justo cuando estaba a punto de anunciar a voces mi feliz descubrimiento, me di cuenta de que hace una semana, cuando me paseaba por Madrid, no iba saludando a los asiáticos que me encontraba por ahí. Ni lanzaba sonrisitas de bienvenida a los negros de tez morena que viven en mi barrio. En Santander, tampoco me paraba a hablar con los gitanos porque sí, ni le preguntaba al pakistaní de la frutería cuánto tiempo llevaba en Europa. Entonces, ¿a santo de qué me iban a decir nada en este pueblo así, porque sí? ¿Tanto molamos los exóticos blancos como para que nos paren por la calle?

Al final no sé si yo soy negro, o ellos blancos, o puede que Camerún esté lleno de chinos y yo sea un mandarín más, el caso es que aquí, como mucho, me saludan si sospechan que tengo algo que ver con el hospital. Y me dan las gracias por venir. Y yo les doy las gracias a ellos por hacer una cerveza tan rica.

De vuelta para casa, me vino a la cabeza aquella canción de Krahe que dice aquello de "en las antípodas, todo es idéntico, idéntico a lo autóctono".

3 comentarios:

Álvaro Abella dijo...

Que yo sepa, desde que te conozco siempre has sido negro.

Un apunte: en El Cairo, si te sales de los barrios turísticos, tampoco te paran por la calle, a no ser que estés muy buena.

De paseo por Camerún dijo...

Eso habría que verlo: lo de que siempre he sido negro, lo de los barrios turísticos y lo de que no esté buena.

Rubén dijo...

Pues claro que no llamas la atención. Ya se acostumbraron con Clemente.